El lúpulo también tiene rostro
Shelley Desmarais, una mujer que hace del lúpulo un acto de comunidad.
Este año, en el CBC de Indianápolis, conocí a Shelley Desmarais. Y fue uno de esos encuentros que te dejan pensando: ¿Cómo puede alguien transmitir tanta cercanía en medio de un salón gigante lleno de gente, stands, ruido y luces?
Shelley es co-dueña de CLS Farms y Wenas Hop Company, dos granjas familiares en el corazón del Valle de Yakima, en Washington. Pero más allá de su título, de las hectáreas que maneja o de la cantidad de lúpulo que produce, hay algo en su forma de estar que te deja claro que la cerveza también crece en familia.
Porque sí, a veces hablamos del lúpulo como si fuera solo un pellet, olvidándonos de quienes trabajan y cuidan esos campos todo el año. Atrás hay tierra, trabajo, clima, decisiones, manos. Y muchas veces, como en el caso de Shelley, una historia que arranca mucho antes de que vos abras esa lata en tu casa.
Le pregunté qué soñaba para el futuro de la cerveza:
“Espero que la cerveza siga evolucionando como una herramienta de conexión, creatividad y relato cultural.
Quiero ver más diversidad, no solo en quién la bebe, sino en quién la elabora, quién lidera las cervecerías y quién da forma a la conversación.1”
Y después agregó:
“Me emociona imaginar un futuro donde la sostenibilidad y el impacto en la comunidad sean tan importantes como el lúpulo y la levadura. Donde cada pinta cuente una historia con raíces en un lugar, en su gente y en un propósito.”
En ese momento supe que no estaba hablando con una productora más, sino con alguien que entiende la cerveza desde el campo hasta el bar, desde la raíz hasta el brindis.
También le pregunté, como siempre, quiénes la inspiran en esta industria, y su respuesta fue tan generosa como esperábamos de alguien como ella:
“Kelly McKnight, de New Belgium Brewing, por su enfoque inclusivo y valiente.
Sarah Perez, de Fast Friends Brewing, por su pasión y el cambio que genera, sobre todo apoyando a mujeres en la cerveza.
Y también a todas esas personas que están recuperando ingredientes, técnicas y tradiciones. Su impacto es profundo y duradero.”
Shelley también lidera Rooted Yakima Valley, una iniciativa que promueve la agricultura local y fortalece la conexión entre el campo y la comunidad. Lo hace mientras comparte con su familia, dirige dos granjas y contagia energía a cada paso. Y sí, también se ríe fuerte, escucha con atención y te hace sentir que estás hablando con alguien que podría ser parte de tu vida desde siempre.
Y eso me quedó muy presente: que a veces nos pasamos hablando de lúpulo como si fuera solo un insumo. Pero detrás hay personas. Historias. Proyectos. Intención.
Una buena cerveza siempre parte de una buena materia prima, pero no termina ahí. Si queremos que conecte, que se recuerde, que emocione, también hay que hablar de lo que no se ve en la etiqueta: del campo, del clima, de las personas que la hacen posible mucho antes de que alguien abra una canilla.
Y ahí es donde entra Shelley. Porque ella representa esa parte del proceso que no se luce en los festivales, pero que sostiene todo. Esa parte que cuida, acompaña, escucha y hace con compromiso.
Porque no se trata solo de pellets. Se trata de raíces.
Y de personas que siguen haciendo las cosas con alma.
Gracias Shelly. Gracias cerveza.
Original: My Hopes for the Future of Beer
I hope beer continues to evolve as a tool for connection, creativity, and cultural storytelling. I want to see more diversity not just in who’s drinking beer, but in who’s making it, leading breweries, and shaping the conversation. I’m excited for a future where sustainability and community impact are as important as hops and yeast—where beer is brewed with intention, and where every pint tells a story rooted in place, people, and purpose.
Who Inspires Me in the Industry
There are so many, but a few standouts:
Kelly McKnight of New Belgium Brewing, whose work in brewing and her presence in the industry inspire a more inclusive, thoughtful, and fearless approach to beer.
Sarah Perez of Fast Friends Brewing, who brings passion, drive, and change especially in supporting women in beer.
And honestly, the countless brewers who are reclaiming ingredients, techniques, and traditions—whose impact is deep and lasting.