Hagamos correr la voz
Mi experiencia como jueza internacional de cerveza y la red invisible que nos sostiene
Eran las 5am cuando nuestro auto frenó en la puerta de salidas del aeropuerto internacional de Barajas. Vicky, mi esposa - como odio esa palabra - me llevó para poder tomarme el avión a una de las competencias de cerveza más prestigiosas de Europa. El motor frenó y empecé a llorar. “No estoy preparada para esto” “¿adónde me metí?” “¿Como voy a hacerlo sola?, no conozco a nadie para interactuar tantos días en un idioma que no es el mío natal”. Vicky me consolaba y alentaba mientras yo abría la puerta y me enfrentaba en el mismo minuto a dos temas: un sueño cumplido (haber sido convocada a catar como jueza internacional en esta competencia particular) y el terror del sueño (¿soy capaz de alcanzar este nivel?).