Cuando el futuro se construye con raíces y comunidad
Alberto Zamborlin, cofundador de Garage Beer Co., nos habla sobre sostenibilidad, estilos clásicos y cómo la cerveza es mucho más que un producto.
Alberto Zamborlin es una de las referencias del pujante panorama craft en Barcelona —una de las cunas de la cerveza artesana en España—. Fundador junto a James Welsh de Garage Beer Co., lleva años construyendo una marca que hoy suena en todos lados. Pero cuando hablás con él, lo que aparece no es solo innovación ni latas llamativas: lo que aparece es un compromiso genuino con la comunidad, la calidad y el futuro de la industria.
En su testimonio, con voz tomada por un resfriado pero con claridad brutal, Alberto no duda:
“Sería inútil decirte eso de ‘quiero que la cerveza esté en todos lados’. Eso lo pensás desde el primer día que abrís. Pero hoy, lo que realmente sueño es otra cosa.”
Y lo que sueña tiene dos patas: sostenibilidad y comunidad.
“La cerveza, en sí, no es un producto sostenible… por la cantidad de litros de agua que se tiran. Pero mirando al futuro, mi sueño sería una mayor sostenibilidad. Sé que es difícil, sé que es un gran gasto… pero lo veo como algo necesario. Cada uno, en lo pequeño, debería aportar su granito.”
En su visión, esto está directamente conectado con cómo imaginamos la industria que viene. Y en ese camino, admira a proyectos como DouGall’s:
“Lo que están haciendo ellos me parece una barbaridad. Están muy enfocados en lo sostenible, pero también en lo local. Han creado una comunidad muy fuerte. La gran mayoría de su producto se queda en su región, en todos los canales de distribución. Y eso no es casualidad.”
“Con el restaurante nuevo, donde todo es con producto local, podés vivir la verdadera experiencia DouGall’s. Y eso me parece clave. Porque hay que parar de hablar solo de cerveza como producto.”
“Siempre lo dijimos, al menos acá en Garage: la cerveza es música, es luz, es comunidad, es social. Y ese es el futuro que sueño.”


Esa idea —la cerveza como vehículo para algo más grande— no es una pose. En Garage se vive. Y se ve en cómo trabajan con los dos mundos: las lupuladas intensas que los hicieron conocidos, pero también los estilos clásicos que defienden con pasión.
“Nos encanta hacer una buena Irish Stout, una buena Bitter. No todo tiene que ser fogonazo. A veces, volver a los básicos también es parte del aprendizaje y del equilibrio.”
Y eso, no lo digo desde el teclado: lo viví. Se nota cuando hay intención, cuando hay energía real detrás de una marca. Porque una buena cerveza no se vende sola. Hay que salir, mostrar, contar, conectar. Quedarse esperando no alcanza.
Yo siempre parto de la base de una buena cerveza. Desde ahí es que se sale a hablar, a compartir, a construir. Pero si querés que esa cerveza se conozca, se recuerde, que signifique algo… tenés que contar mucho más que solo eso.
Hace poco leí un artículo que preguntaba: “Tus latas ya están en la tienda. Y ahora, ¿qué?”
Y sí. Esa es la pregunta. Porque lo que construís alrededor de tu marca también importa: tu historia, tus colores, tu presencia. Que no sea solo un logo, que sea una identidad. Que diga algo. Que provoque algo.
Muchas veces miramos hacia afuera buscando referentes, cuando en realidad acá al lado tenemos ejemplos potentes. Gente que no solo hace buena cerveza, sino que la hace con sentido. No para copiar, sino para inspirarnos, para agarrar lo que sirve y construir algo propio. Algo que deje marca.
Ya sea una cervecera, un bar, una tienda o una persona: todos podemos ser parte de un entorno que marque la diferencia.
Gracias cerveza. Gracias Alberto.